Tolerancia: Capacidad de soportar, con indulgencia, lo que desaprobamos en los demás. Hay una relación estrecha entre tolerancia y perdón.
Invertir: Trastornar; volver una cosa de arriba abajo o de un lado a otro.
Hasta las cosas más útiles y bellas suelen dejar de ser bellas y de ser útiles cuando están invertidas. ¿Cómo lucirías con una prenda de vestir puesta al revés? ¿Podrías descansar bien en un asiento que esté puesto de patas hacia arriba? Si una vasija está volteada, boca abajo, ¿la podrías llenar? De la misma manera la tolerancia, una de las partes más hermosas del fruto del Espíritu Santo, está expuesta a perder su virtud en ti si la usas en forma inapropiada.
Sabemos que no hay promesa de perdón para los que no perdonen, pero no por eso quieras ser tan bonachón que te dispongas a tolerar, o perdonar, cualquier falta o pecado contra los demás. Dios te pide que perdones setenta veces siete al que pecare contra ti, no al que pecare contra tu prójimo, o contra Dios.
"Entonces Pedro, llegándose a Él, dijo: Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que pecare contra mí? ¿hasta siete? Jesús le dice: No te digo hasta siete, mas aun hasta setenta veces siete." Mat.18:21 y 22.
"Mirad por vosotros: si pecare contra ti tu hermano, repréndele; y si se arrepintiere, perdónale. Y si siete veces al día pecare contra ti, y siete veces al día se volviere a ti, diciendo, pésame, perdónale." Luc.17: 3 y 4.
No quieras exponer al heridor, otra vez, la mejilla de tu prójimo; es el golpe en tu propia mejilla lo que Jesús te manda soportar.
"Mas yo os digo: No resistáis al mal; antes a cualquiera que te hiriere en tu mejilla diestra, vuélvele también la otra." Mat.5:39.
"Y al que te hiriere en la mejilla, dale también la otra; y al que te quitare la capa, ni aun el sayo le defiendas." Luc.6:29.
¿Sabes que alguien ha pecado contra Dios? Procura llevarle ante Dios en arrepentimiento para que sea Dios quien le perdone. ¿Sabes que entre tus hermanos hay injurias u ofensas? Procura ponerlos en paz. Sí, harás bien en tratar de convencer al ofensor para que pida perdón; harás bien si logras persuadir al ofendido para que le perdone, pero que le perdone él; no quieras arrogarte una prerrogativa ajena.
No te faltarán oportunidades de soportar las torpezas de otros, aquellas cosas que en sí no son pecado, sino sólo defectos de carácter, o más bien, incompatibilidad con el carácter tuyo. Tú no eres «monedita de oro»; no exijas, por tanto, que yo o el otro te «caigamos bien». No te faltarán, además, oportunidades de soportar pacientemente a quienes hablen mal de ti o de los tuyos, o que de alguna manera estén tratando de perjudicar tus propios intereses. Es ahí, en las inquinas personales, donde debes ejercer la tolerancia y el perdón.
Una de las más altas señales de grandeza en el rey David fue su disposición de perdonar, no a los que representaban un peligro para la nación, sino a los que representaban una amenaza para su propia vida y su propia dignidad, como fueron Saúl y Semei. Por eso David pudo decir:
"Hasta he libertado al que sin causa era mi enemigo." Sal.7:4.
¿Te das cuanta, hermano, que no hay mérito alguno en ser tolerante en forma invertida, o desviada?
"Bienaventurado el que no se condena a sí mismo con lo que aprueba [o desaprueba en los demás]." Rom.14:22.
¡Hermano, Dios te ayude! ¡Hermano, Dios me ayude! ¡Dios nos ayude a ser más tolerantes, pero al derecho, no al revés!
Ob. B. Luis, Laredo, Noviembre 11 de 1988
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